Por Juan S. Tortosa
http://www.laverdad.es/murcia/20081208/local/region/policia-nacional-incauta-pastillas-200812081943.html
La enésima redada contra en tráfico de drogas en nuestra región. En este caso llama la atención el tipo de sustancias incautadas: prodigiosas cantidades de pastillas, elaborados químicos en suma, especialmente destinadas a surtir los mercados que se mueven en torno a los ambientes de ocio. ¿ Hasta tal punto llega el malestar y la desorientación de la mayor parte de la población española ( y no solo de sus jóvenes ) que es incapaz de organizar su diversión sin tener que recurrir a los “paraísos artificiales” ni al embrutecimiento de sus emociones y sentimientos? ¿ Acaso la fiesta tiene que ser sinónimo de profunda bestialización y de repudio de la propia personalidad? ¿ Es posible contrarrestar tan desoladora tendencia?
Aunque desde esta tribuna defendamos firmemente que cada individuo es a fin de cuentas responsable de sus propios actos, no podemos perder de vista que una sociedad orientada exclusivamente a la promoción del consumo desenfrenado termina creando inevitablemente un abultado número de frustraciones y decepciones que con frecuencia conducen al uso y abuso de sustancias estupefacientes que degradan el espíritu y el carácter y destruyen la salud y el organismo.
No caigamos en moralizaciones fáciles: el exceso, el vicio como episodio excepcional es inevitable y hasta podemos concluir que forma parte necesaria de la experiencia humana. Lo inquietante esa tendencia natural al exceso haya sido elevada a la categoría de modelo a imitar, a comportamiento supremo; un modelo promovido artificialmente hasta el paroxismo por los mecanismos consumistas.
Algunas posibles soluciones son, de hecho, sobradamente conocidas: la promoción de valores sanos y sólidos de honestidad, deber y responsabilidad hacia uno mismo, hacia los miembros de su familia y hacia su nación, valores que en última instancia permitan acomodar el necesario afán de bienestar material al correspondiente buen juicio a la hora de controlar el ejercicio de los actos y decisiones personales y comunitarias.
No, el problema no son las soluciones, las tenemos. El verdadero problema es precisamente la ausencia actual de esa voluntad colectiva para sacudirse el tiránico mandato de la estimulación sobredimensionada a la posesión material y el disfrute de sensaciones extravagantes, arteramente alentadas por los poderes e intereses espureos que nos rigen hoy día. Precisamente ese debe ser nuestro cometido inmediato: despertar a la población de su letargo inducido, y el primer paso es describir la situación, como hacemos justamente en Iniciativa Social Alternativa.
La enésima redada contra en tráfico de drogas en nuestra región. En este caso llama la atención el tipo de sustancias incautadas: prodigiosas cantidades de pastillas, elaborados químicos en suma, especialmente destinadas a surtir los mercados que se mueven en torno a los ambientes de ocio. ¿ Hasta tal punto llega el malestar y la desorientación de la mayor parte de la población española ( y no solo de sus jóvenes ) que es incapaz de organizar su diversión sin tener que recurrir a los “paraísos artificiales” ni al embrutecimiento de sus emociones y sentimientos? ¿ Acaso la fiesta tiene que ser sinónimo de profunda bestialización y de repudio de la propia personalidad? ¿ Es posible contrarrestar tan desoladora tendencia?
Aunque desde esta tribuna defendamos firmemente que cada individuo es a fin de cuentas responsable de sus propios actos, no podemos perder de vista que una sociedad orientada exclusivamente a la promoción del consumo desenfrenado termina creando inevitablemente un abultado número de frustraciones y decepciones que con frecuencia conducen al uso y abuso de sustancias estupefacientes que degradan el espíritu y el carácter y destruyen la salud y el organismo.
No caigamos en moralizaciones fáciles: el exceso, el vicio como episodio excepcional es inevitable y hasta podemos concluir que forma parte necesaria de la experiencia humana. Lo inquietante esa tendencia natural al exceso haya sido elevada a la categoría de modelo a imitar, a comportamiento supremo; un modelo promovido artificialmente hasta el paroxismo por los mecanismos consumistas.
Algunas posibles soluciones son, de hecho, sobradamente conocidas: la promoción de valores sanos y sólidos de honestidad, deber y responsabilidad hacia uno mismo, hacia los miembros de su familia y hacia su nación, valores que en última instancia permitan acomodar el necesario afán de bienestar material al correspondiente buen juicio a la hora de controlar el ejercicio de los actos y decisiones personales y comunitarias.
No, el problema no son las soluciones, las tenemos. El verdadero problema es precisamente la ausencia actual de esa voluntad colectiva para sacudirse el tiránico mandato de la estimulación sobredimensionada a la posesión material y el disfrute de sensaciones extravagantes, arteramente alentadas por los poderes e intereses espureos que nos rigen hoy día. Precisamente ese debe ser nuestro cometido inmediato: despertar a la población de su letargo inducido, y el primer paso es describir la situación, como hacemos justamente en Iniciativa Social Alternativa.
1 comentario:
Muy buen articulo Juan, debemos potenciar los valores deportivos y culturales que sean sanos tanto para el cuerpo como para la mente como alternativa a esta lacra de la droga, muchas veces fomentada desde las propias instituciones.
Un saludo
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